La Aparición en la agenda pública y en varias iniciativas del sector privado relacionadas con las microfinanzas, imponen a los que tienen poder de decisión sobre las políticas que favorecen este tipo de iniciativas a reflexionar sobre los límites, las potencialidades y desafíos de estas formas de apoyo a los más humildes.
En este sentido, podemos definir a las microfinanzas como el conjunto de servicios financieros especialmente desarrollados para atender la demanda de financiamiento de los hogares y emprendimientos económicos de menores ingresos, incluyendo microcrédito, captación de ahorros,
microseguros, fondos de capitalización.
El pequeño y mediano préstamo surge así como una herramienta orientada a la problemática productiva y social procurando construir una herramienta más para combatir la pobreza y mejorar el manejo de la incertidumbre que genera vulnerabilidad económica y social (desempleo, desastres naturales, fluctuaciones estacionales de ingreso, etc.).
Es por eso que resulta importante recuperar el rol del Estado en su capacidad de democratizar el acceso al crédito para los sectores de menores recursos, acercando el financiamiento, pero también articulando con diferentes sectores de la sociedad para complementar los recursos con capacitación, asistencia técnica, estrategias de comercialización, coordinar los encadenamientos productivos potenciando los saberes y habilidades de los más humildes.
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