lunes, 17 de octubre de 2011

Preocupaciones

Cuando, en la década del 70 se daban los pasos finales en la organización de la Comunidad Europea, se designó como su Presidente al hábil político luxemburgués Gastón Thorn, que exhumó una palabra que en Europa había perdido sentido como lo era la de compañero.En ese entonces, buscar fórmulas de repartir recursos y riquezas significaba, a la postre, arduas negociaciones y que, por su objeto, eran siempre conflictivas; en síntesis, nadie podía ganar la parte que deseaba asegurar si no era a expensas de otro. En la realidad era una negociación llevada a cabo en un esquema cerrado y encarada por antagonistas. Al sumarse a ello la idea del compañero a un mundo que hasta entonces se había mostrado como antagónico, se arribó as uno nuevo y diferente, dispuesto a encarar la necesaria creación y expansión como medio para llegar a lograr una mejor sociedad, ajustada a la que todos quieren. En un sistema donde coexisten círculos cerrados, solo se consideran compañeros a los que están dentro de ellos, pero – necesariamente antagónicos - a los que están fuera de ellos. Lo que describimos ya tuvo vigencia en nuestro país, cuando el entonces Presidente Perón y tanto en su primera como segunda presidencia, defendía y apoyaba solo a los que pensaban como él y lo acompañaban, manifestando al mismo tiempo un antagonismo violento a los que se mantenían fuera de su círculo; en la tercera fue distinto, busco concretar la universalidad del compañero para la sociedad como un todo, pero ya no le alcanzó.

En nuestro país, en el momento actual, hemos iniciado nuevamente y en lo social, la lucha de los antagónicos, dejando de lado la idea de que una sociedad que quiere ser justa y crecer conjuntamente con los que la conforman y olvidando que el fin es siempre la búsqueda de un objetivo común y superior.

En un mejor análisis, es útil recordar aquella frase del que fuera Presidente de Estados Unidos J. Kennedy que, al tomar su cargo, decía: compañeros, no nos pregunten que es lo que el país hará por vosotros, si no peguntaos que es lo que vosotros podéis hacer por el país. En realidad, allí descubrimos que hemos materializado los argentinos algo totalmente al revés de la frase comentada por que exigimos que el país haga por nosotros, como un derecho sin obligaciones y con un desconocimiento total de lo que deberíamos aportar, por que - en el desorden que hemos creado - difícilmente ello pueda definirse.

Todos en nuestro país sabemos que nuestros errores – en los que continuamos – han sido tan reiterados que nos han llevado a una acentuada crisis de confianza. Clara muestra de ello es la casi constante fuga de dólares que afecta a nuestro sistema financiero y por ende, a nuestra economía. No desconocemos que hace mucho que vivimos en un equilibrio precario, y que hasta hoy hay un viento de cola que nos mantiene fuera de la crisis que afecta a otras economías del mundo, pero – también se está tomando conciencia que la sociedad en general ha empezado a descubrir que existe un claro divorcio entre los que pretenden manejar la política y los que en realidad sufren sus errores y desconocimientos.

CPN José María Nougues

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